El mundo físico y el vital solo pueden existir simultáneamente y, sin embargo, están estrictamente separados el uno del otro. Se encuentran uno frente al otro y juntos forman un Gran Conjunto. Ambos universos, el blando y el duro, son opuestos el uno al otro. Se repelen y no se tocan. Pero ninguno de los dos puede existir por sí solo (sin el otro). Si existen biosferas en un universo, esto significa que los dos mundos polares se tocan en estos puntos y el físico se mezcla con el vital. Las biosferas son pequeñas islas en el cosmos que permiten una simbiosis entre el mundo físico y el vital. Aquí se cancela la estricta división entre los dos mundos. Los seres humanos y todas las formas de vida son una mezcla de los dos universos opuestos. En la vida cotidiana usamos los poderes y las facultades mentales de ambos mundos. La atención de una persona a uno u otro mundo difiere de un individuo a otro.

Innumerables pequeñas partes del universo vital encarnan continuamente en la biosfera. Estos impulsos de vida son terminados por el universo físico después de un tiempo relativamente corto. Nuestra vida está determinada por ambos universos. Comparados con el tamaño de los dos mundos, los puntos de contacto (biosfera / hábitats) son infinitamente pequeños.

La probabilidad de que surja un universo físico en el que las constantes naturales sean así, la vida pueda surgir, es muy pequeña. Que todavía existamos solo se puede explicar hoy con la divina providencia o con múltiples universos. Y si hubiera innumerables universos, todos se basarían en la Teoría Astrológica del Todo. ¿Por qué? Porque no existe una fórmula más sencilla y, por tanto, más perfecta.

No hay duda de que existen innumerables biosferas en este universo. Incluso se pueden concebir otras biosferas en nuestro sistema solar. La NASA los está buscando febrilmente. Los candidatos son: Venus (en las nubes), Marte (en tiempos prehistóricos), Júpiter (Carl Sagen), lunas de Júpiter (Europa, Io, Ganymed, Calisto), lunas de Saturno (Titán, Encelado, Dione, Mimas), lunas de Urano (Titania, Oberon) y posiblemente también la luna de Neptuno Triton.

Dado que existe una astrología practicable para la biosfera de la tierra, se puede suponer que cada biosfera tiene una astrología en funcionamiento. Incluso en sistemas solares con dos o más soles. En un sistema estelar binario, un sol podría representar al sol y el otro a Urano o la luna.

Probablemente la astrología de otros sistemas también se remonta a la Teoría Astrológica del Todo. También representaría las tres dualidades (activa y pasiva - suave (vital) y dura (física) - logos (espiritual) y eros (energético)). La disposición de los soles y planetas sería lógica y simétrica, como en nuestro sistema. El principio que causa la astrología siempre funciona a la perfección, como podemos ver en nuestro sistema.

Esto también plantea la cuestión de si existe una astrología que funcione fuera de la biosfera. Entonces, si la vida nunca hubiera existido en la tierra, ¿las fuerzas astrológicas también reflejarían los procesos físicos y causales? Si este no es el caso, significaría que los reflejos astrológicos son un recuerdo del mundo vital. Que la vida encarnada (Venus-Fauno) va acompañada de un significado (Júpiter-Neptuno), que la eleva por encima de la pura causalidad (Mercurio-Justicia) física (Marte-Plutón).

Tampoco está claro si el reflejo astrológico se manifiesta en las formas de vida que han abandonado su biosfera ancestral, ni cómo. Como Neil Alden Armstrong y sus colegas durante su estadía en la luna.